Prueba: Mini John Cooper Works

Con el Mini me une una relación de mucho tiempo. Cuando tenía 18 años mis padres tenían un Austin Mini 1979 negro con tablero central, que se usaba como segundo vehículo de la familia (foto). Pero con ese auto no aprendí a manejar: ya ni recuerdo con cuál lo hice. Sí recuerdo que ese Mini fue (junto con un Golf que era el principal de la casa) el que usé mucho cuando obtuve mi licencia de conducir.

Yo no lo sabía en ese entonces pero así comenzó un vínculo emocional con esta marca que me acompaña hasta hoy. Por eso, aclaro, todo lo que leas a continuación estará atravesado por esas sensaciones. Digamos, una prueba con sabor a nostalgia.

Y sí, el Mini es un sentimiento. Con el paso del tiempo no solo tuve uno, sino seis. Sí, seis. La mayoría 1980 y 1981. Incluso, dos Minis al mismo tiempo. Y un Rover 1.3 1996, la última serie de la antigua carrocería. Ese era el mejor, encima en color verde inglés.

Verás que escribo “Mini” como le decimos quienes tuvimos uno y no “Mini Cooper”, como le suelen decir los demás. Y no está mal. En principio, porque la mayoría de los Minis clásicos que llegaron al país entre 1979 y 1981 fueron de la marca Austin.

“Mini” era el modelo. 1000 HL, la versión. John Cooper era un preparador que logró, a fuerza del Rally de Monte Carlo, asociar esa imagen de auto accesible pero a la vez deportivo. Y solo las creaciones que llevaban su firma eran Mini “Cooper”. Sería algo así como decirle IAVA a cualquier Fiat 128.

Recién cuando a mediados de los ochenta Rover se quedó con el manejo de la British Motor Company (British Leyland ya en esa época) decide comercializarlo como “Mini Cooper”, con el motor 1275 cc a inyección. Desde ese entonces, salía de fábrica con el look como aquel del Rally: techo, espejos y franjas en el capot de color blanco. Y las famosas llantas Minilite.

Gentileza Club Mini de Argentina

El Mini de primera generación, aún con sus actualizaciones, no tenía mucha potencia ni deportividad. Pero sí varias virtudes que lo disimulaban bastante: era liviano, con un centro de gravedad bajo y ruedas chicas que lo convertían en un auto muy ágil. Fue el primer vehículo de producción en serie en el mundo que tuvo motor transversal y tracción delantera. Todo un adelanto para la época.

A eso hay que sumarle que su explosión fue en la década del ´60 en plena psicodelia. Era un ícono de la libertad y la juventud. Ayudaron muchos Los Beatles, cuyos integrantes tuvieron sus propios Minis. Y el cine. La película original “The Italian Job”, de 1969, tiene como protagonistas a tres de ellos como pequeños escurridizos escapando por Turín. Si no la viste, no te la podés perder. Buscala en Netflix.

El nuevo mito

Cuando a fines de la década del 90 BMW, que ya había adquirido Rover, decide reinterpretar el Mini, causó una revolución en la industria. Casi al mismo tiempo, Volkswagen hacía lo propio con el nuevo Escarabajo y así le volvieron a dar vida al pequeño inglés y al auto del pueblo alemán. Más tarde se sumaría el Fiat 500 a esa trilogía. En el caso del Mini, las reminicencias fueron tan fuertes que se convirtió en un nuevo ícono de inmediato. El cine volvió a ayudar. En plena época de remakes, se estrenó “The Italian Job” pero ya con los nuevos Mini Cooper. Sensacional éxito.

Todos querían tener uno. Pero, a diferencia del primero, ya había dejado de ser un auto accesible. Era un deportivo con la firma de BMW y a precios que lo convertían en un capricho, al menos por estas tierras. 

El nuevo Mini Cooper tuvo varias actualizaciones. Según muchos, solo la primera serie de la segunda generación es la que más se parece a esa idea original. El primer Mini de 1959 medía 3,05 metros. El actual 3,87. Los que llegaron en 2004 eran deportivos con un andar muy áspero. ¿Lo sigue siendo?

Esta generación fue presentada en la Argentina en 2019. Fue una actualización al cumplir sus primeros 60 años. Sigo pensando que el único Mini es este: dos puertas y lo más deportivo posible. Nada de Clubman ni Countryman. Si bien hubo estas versiones en el modelo clásico, para mí, el Mini solo es “coupé”.

Este Mini John Cooper Works es la versión deportiva de verdad. No solo estética o con look sport. Tiene un motor turbo 2.0 de 231 CV que esta asociado a una caja automática Steptronic de 8 velocidades. Su rodado es 205/40 R18. ¿Muy bajo? Digamos que si pisás una moneda, sabés de cuánto es… 

En el exterior, aún hay muchos guiños a aquel de la década del ´60. Muchos cromados, faros grandes y franjas en el capot, y espejos y techo del mismo color. Las ópticas volvieron al formato ovalado de la primera serie de esta segunda generación. Son full Led de excelente iluminación.

En el capot, hay un falsa toma de aire que acentúa su carácter. El logo también recuerda el “de alitas” de los Mini clásicos. La salida doble central del escape y la tapa del tanque, también mantienen ese espíritu. En los faros traseros, la bandera británica. Bien british. En el modelo clásico, la Union Jack suele aparecer en forma de “chapita” o decorando el techo.

Una vez dentro, se puede advertir claramente que se trata de un deportivo. Las butacas, de excelente agarre, están confeccionadas en símil cuero y Alcántara. Sujetan muy bien. Pero las regulaciones son manuales. De todas formas, la posición de manejo se logra con facilidad también en el volante.

Detrás de él, aparece un pequeño reloj flotante al medio y, más chico todavía, el cuentavueltas. También están las levas para un manejo aún más deportivo. Perdió la información en el tablero central, que ahora reemplaza una gran pantalla con múltiples funciones del sistema de navegación y multimedia.

Comparado con el tablero, parece como desproporcionada por su tamaño aunque es muy completa. Debajo, los comando de la climatización bizona. Y una teclas estilo avión para diversas funciones. Todo intuitivo. Cuenta con sensores de estacionamiento pero no con cámara de marcha atrás ni CarPlay ni Android Auto. 

Mención aparte para el sistema de sonido Harman/Kardon. Posee parlantes, y tweeters por todos lados y un subwoofer debajo del conductor. Impecable. Atrás, el espacio es simbólico y dos personas podrán viajar si quienes están delante no son muy altos. Además, tendrán un acceso complicado hasta para tomar la manija del asiento.

Lo mismo pasa con el baúl, que es muy chico, con solo 211 dm3. ¿Se puede criticar eso en un deportivo? ¿Alguien lo comprará para ir al super? De todas formas, necesité trasladar la caja de un Smart TV y pese a la primera impresión, calzó justo. Bajando los asientos, claro. Ah, no tiene rueda de auxilio ni kit de reparación. Solo una estampita para rezar que no se rompa alguna de las cuatro.

Si para algunos el Mini del nuevo milenio es un auto con el que tienen ciertos reparos, todos tus prejuicios se van a la hora de acelerarlo. Empuja con una contundencia que sorprende. De 0 a 100 demora solo 6,5 segundos y llega a una máxima que supera los 235 km/h. 

Pero donde se destaca es en su comportamiento dinámico, ya sea por los ajustes en las suspensiones como por la respuesta de todo el conjunto. Parece un karting. Dobla por donde uno quiere, se mantiene firme y, lo más importante, transmite seguridad.

Es un auto que se maneja con una sonrisa. Además de las que despierta al pasar. En ese sentido, el sonido del motor encuentra su punto justo: lo suficientemente “gordo” para que se sepa que es un deportivo pero sin molestar a altas revoluciones.

Y justamente, el consumo no está mal. En ciudad, orilla los 10 Km/l en modo ECO y en ruta a 120 constantes, da 14 km por cada litro. Lo único criticable en este aspecto es su autonomía. Apenas supera los 500 km ya que su tanque es de solo 44 litros.

La pregunta que me hacía, antes de subirme, era si podría usarlo durante toda la semana de prueba como un auto diario. Y la respuesta es sí: lo usé y lo usaría todos los días. Seguramente, resignaría algo de confort pero su andar es mucho más suave que los anteriores. Y eso que es un John Cooper Works. Lo que se dice un buen equilibrio.

Precio

u$s 63.000 (valor oficial)

Garantía

3 años o 200.000 kilómetros.

Nos encantó del Mini John Cooper Works

El diseño y sus guiños al modelo original

Conjunto motor-transmisión 

Comportamiento dinámico

Equipamiento de seguridad

Consumo

No le perdonamos al Mini John Cooper Works

Sin auxilio ni kit de reparación

Precio elevado

No posee cámara de retroceso

Sin Apple CarPlay ni Android Auto

Carece de ajustes eléctricos en la butaca

 

Agradecimiento: Federico de @Argentinayelmundo (Instagram)

 

 

 

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