Prueba: Fiat Abarth 595 Turismo

Haciia bastante que teníamos ganas de probar el Abarth 500. La ocasión se dio finalmente con el codiciado 595 Turismo, la edición limitada potenciada y bicolor de la pequeña bomba itálica que estuvo en nuestro garage durante una semana, y al que no le dimos tregua. Nótese que este modelo “en teoría” no es un Fiat.

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No nos referimos a su mecánica o a su construcción, sino porque no dice Fiat en ninguna parte del auto. Su marca es Abarth y así lo expresan la cantidad de logos, leyendas y apliques que encontramos por todos lados en el auto, afuera, adentro, en el motor y hasta abajo!

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Sí, también lo miramos desde abajo porque queríamos ver el escape, esa obra maestra que tiene estampado en el silenciador final el logo de Abarth con sus escorpiones característicos y que es el encargado de otorgarle al 595 ese sonido ronco y tenue, pero altamente enviciante que hizo que más de una vez nos encontráramos detenidos en un semáforo o garage, dándole aceleraditas solo para escuchar su sonoridad.

Para entender un poco la génesis, hay que empezar sabiendo que Carlo Abarth, el fundador de origen austríaco pero radicado en Italia luego de la Segunda Guerra Mundial,  empezó su propia empresa haciendo caños de escape deportivos, luego de recorrer un camino en la competición, en la construcción de autos y motos.

Don Carlo ya venía de Austria con un coqueteo con los autos deportivos, habiendo estado asociado con Pietro Dusio, de Cisitalia, y codeándose también con Porsche. Se especializó en escapes deportivos y logró hacerse de una fama tal durante las competencias de los años ’50 y ’60, que su nombre trascendió y la marca Abarth terminó siendo comprada por la mismísima Fiat en  1971.

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Hecha la debida introducción, nos metemos de lleno en el análisis de esta versión 595 Turismo del Abarth 500. A nivel exterior, las diferencias con el Abarth que se comercializa regularmente en Argentina son la pintura bicolor y las identificaciones. Color blanco en la parte baja de la carrocería y negro en la parte superior, el contraste está demarcado por una sutil línea roja. También estaría disponible en combinación de Gris Pista/Gris Campovolo, pero nunca pudimos ver siquiera una foto de esta variante.

Estos Abarth, provenientes de la fábrica de Fiat en Polonia, son sutilmente diferentes a los Fiat 500 mexicanos y los morrudos paragolpes delanteros y traseros, junto a unas enormes llantas de 17 pulgadas, lo plantan visualmente al piso y transmiten todo un aspecto de “soy un asunto serio”.

Dos grandes salidas de escape traseras, rodeadas por un difusor plástico en la parte baja del paragolpes completan todo el cuadro de autito picante que emana en cada centímetro de carrocería de este verdadero juguete rabioso. Las leyendas “595” en el cuarto lateral trasero y en la tapa del baúl identifican a esta versión limitada.

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Bajo el capot está la principal y más esperada diferencia respecto al Abarth 500: su motor cuenta con una potencia de 160 cv, 25 caballos más que la versión común del Abarth. Gracias a la tecla «Sport» en el tablero, podremos setear la dirección -que se pone mas directa y dura- y la respuesta del acelerador -que se pone más nervioso-, dejando al auto listo para ser disfrutado al máximo.

Para máxima diversión, Motorweb recomienda que esa tecla nunca salga del modo Sport! Como todo auto de capricho, buscarle los pro y los contra a este Abarth 595 es una tarea absurda. Es un modelo para disfrutarlo y al poco de manejarlo, se lo ama, aunque no todo sean loas.

Claro, es a veces arisco, áspero para ciertas calles de la ciudad y con su suspensión rígida y su corto chasis otras veces nos da la sensación que estamos siendo catapultados adentro de un huevito Kinder, pero una vez encontradas las condiciones de asfalto y alguna sucesión de curvas, el encanto se potencia y el romance con este gurrumín afloran y las sonrisas se multiplican.

Imposible no sucumbir ante el encanto de su pequeña turbina IHI, de su “shift light” que pide más cambios: la luz en el reloj adicional del tablero que nos indica que llegamos al corte y es hora de cambiar de marcha.

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Además está por supuesto, del ronquido de su escape Abarth. En baja es silencioso, civilizado como todo producto primermundista para no perturbar la paz acústica de (otras) ciudades, pero basta apretarlo un poco por encima de las 4.000 rpm para empezar a disfrutar de esa sonoridad que tanto nos embriaga a quienes amamos los autos.

Los 160cv parecen mucho para este pequeño auto de solo 3.65 metros de largo, pero le caen de maravilla y hacen de cada viaje, por más corto que sea, una delicia. Su tamaño ayuda, y si el asfalto es bueno, se escabulle entre el tránsito con total agilidad. Imposible no bajarse con una sonrisa!

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Claro, para los que manejan autos más grandes y potentes, tal vez no encontrarán en el Abarth prestaciones tan sorprendentes. No es el auto más rápido del condado. Con un tiempo de 7.5 segundos para hacer el «0 a 100» y una velocidad máxima de 210 km/h, el Abarth 595 es solo uno más, frente a otros juguetes rabiosos de nuestro mercado.

Un Peugeot 208 GTI, un Scirocco, un Megane RS, mas algunas otra versión deportiva de cualquier generalista ofrecerán mas prestaciones, pero ninguno de ellos contagia la simpatía, la diversión, y las miradas cómplices que se logran con el Abarth por las calles. El auto derrocha simpatía y conquista a todos. Jóvenes, abuelas, niños.

Con frenos a discos ventilados adelante (284mm) y de discos sólidos atrás (240mm), el pequeño bólido italiano de 930 kilos de peso frena muy bien y se aguanta el abuso con altura. Las suspensiones, rígidas pero no incómodas, hacen que copie todo lo que pisan,en parte producto de los neumáticos 205/40 montados en las llantas de 17″.

Adelante el esquema de suspensiones es McPherson y atrás son con eje rígido con barra anti-rolido, y en este último apartado, preferiríamos una independiente, aunque por la corta superficie de la plataforma, resuelve todo bastante bien. Es preciso en las trayectorias.  

Nos llamó la atención el escasísimo radio de giro del Abarth 595. Realmente se queda corto en todas las maniobras de estacionamiento! Y si hablamos de velocidad, es un auto que a más de 140 km/h empieza a evidenciar lo corto de su plataforma y se nota que 210 km/h son una máxima más que prudente para este chasis. A muy altas velocidades, además, burletes de ventanillas y del techo eléctrico no son del todo eficientes y el habitáculo se llena de ruido a viento.

Queda claro entonces que es un auto para disfrutar piloteándolo tal vez en el uso diario, haciendo tráfico o en algún “Track Day”, en circuito. Algún cordobés se deleitará de lo lindo en las Sierras, pero para aquellos que piensen usarlo en largos viajes ruteros… bueno, no es el caso.

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Además, a altas velocidades notamos -al menos para nosotros- cual es el principal defecto del Abarth 500: el no tener una caja de 6 marchas. A 130 km/h el motor gira a 3.300 rpm, con la sonoridad que eso significa y con un consumo instantáneo de unos 8.2 litros cada 100 km recorridos.

Para un auto tan moderno, con motor pequeño y turbo, bien podría ofrecer esa «bipolaridad» de motor tan en boga hoy en día, que es rabioso y rápido cuando se lo exige, pero muestran austeridad si se quiere pasear por la autopista a solo 100km/h en una hipotética sexta marcha.  

No es tampoco que consuma mucho, es austero en general, pero el pequeño tanque de 35 litros se esfuma rápido cuando uno empieza a jugar con el pie derecho, cebado por el ruido del escape. Las recuperaciones también son muy buenas, y demuestran una vez más que la turbocompresión es un camino de ida y que resuelve muy bien todas las necesidades de carácter de un motor moderno.

Me llama la atención, no obstante, que el torque máximo, de 230 Nm, esté recién a las 3.000 rpm y no antes como en otros motores con turbo de baja cilindrada. Mas allá de este ítem, el desempeño mecánico y dinámico del 595 Turismo es muy bueno y entretenido, y proveerá sana diversión a todos los amantes de la conducción deportiva.

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Puertas adentro, el Abarth también está fuertemente caracterizado. Tiene unas butacas muy perfiladas con apoyacabezas fijo que se «roban» toda la vista interior. El volante, de buen grip, también tiene su buena pinta y nos encanta poder empuñar este tipo de aros gruesos bien perfilados. Tal vez sea un poco grande el diámetro, con unos 2 o 3 centímetros menos sería perfecto.

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Luego, todo el resto del pequeño habitáculo está minado de detalles Abarth: alfombras con el logo del Escorpión, reposapiés y pedalera metálica específicos, costuras rojas en el tapizado de cuero, visera del tablero revestida en cuero, y un pomo de selectora de impecable tamaño y altura.

Como particularidad en el instrumental, a la izquierda del conductor hay un reloj que muestra la presión de la turbina en Bares y en el centro la mencionada Shift Light, que indica en el modo normal cuando se sugiere subir de cambio para ahorrar nafta, y en el modo sport cuando estamos llegando al corte en esa marcha. Un lindo detalle, aunque nos pareció que de día podría ser de mejor visibilidad. Otra característica de estos Abarth de fabricación polaca es la falta de guantera cerrada si los comparamos con los 500 mexicanos y las teclas de los levanta-cristales de otro formato.

Atrás es chico como todos los 500 y solo servirá para algún trayecto urbano corto y solo para dos personas. Con el baúl sucede lo mismo, es para un par de bolsos con sus mínimos 185 litros. Allí debajo del piso del baúl encontramos el kit de inflado y reparación de neumáticos, ya que el Abarth no cuenta con rueda de auxilio de serie.

Se trata de un pequeño compresor de doble función que se conecta al encendedor del habitáculo: puede inflar normalmente con aire las cubiertas o si estuvieran pinchadas puede inyectar a presión un producto que trae, que sella temporalmente el neumático hasta que podamos llevarlo a reparar a una gomería.

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A esta altura nuestros lectores ya saben que pensamos sobre la falta de una rueda de auxilio homogénea con las demás, pero en el caso del Abarth, por ser del tamaño que son las ruedas, no entrarían en el baúl! Así que otra no queda.

A nivel equipamiento la propuesta del Abarth es mas que satisfactoria. Tiene un equipo de seguridad muy completo, con 7 airbags, incluyendo el de rodillas del conductor, frenos con ABS y ESP, a lo que suma el TTC, que es el Control de Transferencia de Torque, un sistema que reparte dinámicamente y a necesidad la potencia a cada rueda motriz.

Suma faros de bixenón con lavafaros, antinieblas delanteros y traseros, sensores de estacionamiento posteriores, equipo de audio con subwoofer, conexión Bluetooth y computadora de abordo, entre otros.

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El precio de esta versión limitada del Abarth 595 Turismo es de 239.000 Pesos a lo cual se sumaría el opcional del techo de vidrio corredizo/pivotante. Es un excelente precio, pero el desafío, en el marco de las políticas impositivas de hoy día, es realmente poder hacerse de una unidad a este valor declarado como “sugerido” por la fabrica y que ya pudimos investigar no es tan fácil de conseguir.

Las concesionarias que tengan alguna versión la hacen valor y aprovechan las limitaciones para cobrarlo de mas. Las reglas poco claras siempre irritan un poco, pero para quienes e pueda hacer con una unidad del 595 Turismo, obtendrá el bálsamo para poder curar eso y pasar a disfrutar de un verdadero «chiche» para todo aquel que ame el manejo veloz y los autos con espíritu.

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Qué nos encantó del Abarth 595 Turismo:

  • Placer de conducir
  • Frenos
  • Sonoridad del escape
  • Agilidad / Prestaciones
  • Relación precio/satisfacción

Qué no le perdonamos al Abarth 595 Turismo:

  • Falta una caja de 6 velocidades
  • Rumoroso en alta velocidad
  • Burletería mejorable
  • Radio de giro
  • Disponibilidad en la Red Comercial

 

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